La historia expone en algunos momentos secuencias de excesiva violencia, pero son situaciones que sucedieron en realidad dentro de las cárceles de nuestro país."

2023-07-02


Se acaban de cumplir cuarenta y cinco años de la fuga masiva de presos en la emblemática cárcel Modelo de Barcelona. Este episodio de nuestra reciente historia es lo que nos cuenta la última película de Alberto Rodríguez (“Grupo 7”, “La isla mínima”, “El hombre de las mil caras”). El director sevillano nos introduce en un thriller carcelario, basado en hechos reales, que reabre los entresijos políticos que ocurrieron en aquellos años de la Transición de nuestro país. “Modelo 77” es, según el propio director, su película más emocional, una historia que le ha estado rondando por la cabeza durante más de diecisiete años y que merecía ser contada. El título hace referencia al centro penitenciario barcelonés que fue modelo cuando se abrió en 1904 y que ha estado a pleno funcionamiento hasta el año 2017 (ahora es un centro social y cultural) y a los acontecimientos que ocurrieron en el mismo durante el año de la transición de 1977. Alberto Rodríguez se sumerge en nuestro pasado reciente para tratar de explicar la identidad presente de España. Y lo hace con la historia de aquellos presos de 1977, que se asociaron en la Copel (Cooperativa de Presos en Lucha) para pedir amnistía general, ya que consideraban que sus condenas eran producto de la aplicación de las leyes de un régimen político franquista, que ya había desaparecido con la llegada de la Transición. Amnistía y libertad, que, sin embargo, nunca llegó. Aquel sindicato asambleario de presos fue un extraño ejemplo de solidaridad que reivindicó derechos básicos en una prisión franquista. “Modelo 77” es una película que nos enseña el funcionamiento interno de una cárcel que fue diseñada especialmente para que se convirtiera en uno de los grandes símbolos de la represión franquista. Los funcionarios de La Modelo encarnan los abusos sin límites del régimen, mientras fuera de sus muros se celebran los aires de cambio. Dentro de aquella cárcel infernal no se respetaban los derechos humanos y se seguían utilizando las técnicas más viles y caciquiles contra los presos, ya fueran de delitos políticos, morales o de sangre. La Modelo era una cárcel muy integrada en la ciudad de Barcelona, circunstancia que Alberto Rodríguez cuida mucho de plasmar en su historia. La película utiliza una técnica de rodaje que nos produce una angustiosa sensación de claustrofobia, la misma sensación que debieron sentir los protagonistas en un espacio tan reducido. La cámara se cuela en las celdas para indagar en aquello que ocurre tras sus barrotes. El director mantiene durante toda la cinta el punto de vista, desde dentro, de los reclusos. Sólo se muestra en la pantalla lo que ellos ven, sin un momento de respiro: incluso en las escenas de las visitas de los familiares la cámara se mantiene intacta en la zona de los encarcelados. La historia expone en algunos momentos secuencias de excesiva violencia, pero son situaciones que sucedieron en realidad dentro de las cárceles de nuestro país. Estamos ante una película, sin duda, de denuncia, de lucha contra el sistema corrupto, de aires de lucha por la libertad. El reparto de “Modelo 77” es perfecto encabezado por Miguel Herrán, para mí en su mejor papel, y un fantástico Javier Gutiérrez, acompañados por los actores secundarios Fernando Tejero, absolutamente maravilloso, Alfonso Lara y Catalina Sopelana. Un elenco de personajes que brillan con luz propia y que protagonizan interpretaciones auténticamente poderosas. La banda sonora corre a cargo del compositor Julio De la Rosa, en la que es su séptima colaboración con este director. Su música consigue transmitir la rabia, la frustración y la esperanza que sienten los reclusos, llegando a convertirse en un personaje más del filme. “Modelo 77” es ganadora de cinco premios Goya (dirección artística, vestuario, dirección de producción, maquillaje y efectos especiales). Estamos, por tanto, ante una de las mejores películas de nuestro cine. Os la recomiendo, sobre todo, como entretenimiento y ¿por qué no?, como un relato que nos puede hacer reflexionar sobre nuestra Transición política, que como podéis ver, llegó muy tarde a las cárceles españolas. No os defraudará.


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