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“De todas las versiones realizadas sobre el famoso Molino Rojo francés me quedo, sin duda, con esta de 1952 de John Huston. Y es que Huston es mucho Huston. |
2023-06-18
En 1889 fue inaugurado el Moulin Rouge a los pies de la colina parisina de Montmartre. Era un cabaré extravagante, donde se mezclaban para divertirse personas que representaban a todos los estratos sociales del París de la llamada Belle Époque: allí se reunían humildes trabajadores, artistas, burgueses, empresarios, mujeres elegantes y extranjeros de viaje en la ciudad. Tuvo rápidamente un gran éxito y fue apodado “el primer palacio de las mujeres”. Una de sus mesas estaba reservada todas las noches para un artista atormentado llamado Henri de Toulouse-Lautrec, que ahogaba sus penas en el alcohol, mientras observaba a las sensuales bailarinas del can-can francés, un baile muy popular en aquella época. Pues bien, hoy traemos a esta Claqueta la historia de este pintor impresionista, miembro de una familia aristocrática francesa, que quedó atrapado en la vida bohemia de los bajos fondos parisinos. Fue el director estadounidense John Huston quien llevó al cine en 1952 la vida de Toulouse-Lautrec, un pintor francés que sufrió una minusvalía física de niño que le atormentó toda su vida. Los bailes de los cabarés y la vida nocturna del París de finales del siglo XIX, sembrada de prostitución, drogas y pobreza, le sirvieron de inspiración para muchos de sus cuadros. Son famosos los carteles que le encargó el dueño del Moulin Rouge para promocionar sus espectáculos, en los que inmortalizó a la bailarina La Goulue, una de las estrellas más rutilantes del cabaré. John Huston consiguió realizar una película que nos mantiene casi dos horas inmersos en una extraña fascinación y encanto. La secuencia inicial con los bailes de cancán es una auténtica maravilla. Utilizó con su cámara de una forma prodigiosa el color para transmitir el mundo de los pintores impresionistas franceses. Cuenta con una realización impecable repleta de flash black con una preciosa fotografía que rinde homenaje a los carteles de Toulouse-Lautrec y a las sombrías calles de la ciudad. Con su sello inconfundible, el director americano nos hace respirar el aire bohemio de aquel viejo París y los personajes que transitan por las salas del Moulin Rouge parecen salir de los cuadros de Toulouse-Lautrec, adquiriendo vida propia. La película está protagonizada en su papel principal por un espléndido José Ferrer como el contrahecho Lautrec. El actor fue transformado para dar realismo a la baja estatura del pintor con el uso de ángulos de cámara, agujeros y plataformas escondidas y un doble de baja estatura. Se usaron también unos recubrimientos especiales para las rodillas que le producían un dolor extremo y sólo podía usar en periodos cortos de tiempo. Ferrer hizo doblete, ya que interpretaba también a Alphonse, padre de Lautrec. Quiero destacar también las interpretaciones de Katherine Kach, como La Goulue y Zsa Zsa Gabor, como Jane Avril. Como dato curioso, se comenta que Pablo Picasso estaba tan interesado en el rodaje de esta historia sobre el Moulin Rouge y Henri de Toulouse-Lautrec, que John Huston le alquiló una habitación de hotel que estaba justo encima de las localizaciones donde varias escenas fueron rodadas. La banda sonora se basa en las canciones y bailes de aquella época y en la preciosa canción The song from Moulin Rouge, compuesta por el director de orquesta Percy Faith, que salpica la mayoría de las secuencias de la película. John Huston consigue transmitir las luces y las sombras de una sociedad y de unas calles de París en cuyos rincones se esconde la vida de un gran artista, como es Toulouse-Lautrec. Un artista de solitaria existencia que intenta ocultar su baja autoestima en un lacerante cinismo. Su obra fue finalmente reconocida, a diferencia de su amigo Van Gogh, y formó parte del Museo del Louvre, el museo más importante del mundo. Huston nos muestra las dos caras de este personaje: el fracaso y la destrucción como hombre y el triunfo como artista.
De todas las versiones realizadas sobre el famoso Molino Rojo francés me quedo, sin duda, con esta de 1952 de John Huston. Y es que Huston es mucho Huston. Consiguió dos Óscar, a la dirección artística y vestuario y el León de Plata del Festival de Venecia. Os invito a ver esta película que es una verdadera gozada para los sentidos.
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